6 de junio de 2016

Canción Cantada CODA, según Gustavo Rádice

Canción Cantada CODA: La intensidad del fuego sagrado que nos arde


por Gustavo Rádice*

“Tres cosas lleva mi alma herida,
amor, pesar, dolor…
Hoy vas a entrar en mi pasado,
y hoy nuevas sendas tomaremos,
¡qué grande ha sido nuestro amor,
y sin embargo, ay…!
mirá lo que quedó….”
(Los Mareados, Enrique Cadicamo)


¿Qué le habrán hecho mis manos?
¿Qué le habrán hecho
para dejarme en el pecho
tanto dolor?
Dolor de vieja arboleda,
canción de esquina
con un pedazo de vida,
naranjo en flor.
(Naranjo en Flor, Homero Expósito)


Lo que en Canción Cantada era poesía y sutil escritura escénica de los recuerdos y la nostalgia, en Canción Cantada CODA es intensidad y explosión, cuerpo incontenibles, emociones desmesuradas, dispositivos transgredidos, voces rasgadas. Nada ni nadie contiene esta explosión y su onda expansiva da contra la cara sin respeto y sin pedir permiso. CODA se entrama, se enlaza, se separa, se adhiere, y expande su primera versión. Si bien funciona como obra independiente, para aquellos que vimos Canción Cantada, CODA nos materializa aquello que nos imaginábamos en la primera: el dulce amargor del recuerdo que vuelve una y otra vez a nuestra mente. Ambas obras, Canción Canta y Canción Cantada CODA, se transforman en un tratado poético sobre la memoria, en donde accionan los recuerdos que una actriz tiene sobre la obra que hizo, o donde se juega la memoria del espectador sobre las reminiscencias o rastros de la obra que vio.
CODA es un torbellino de violencia, sensualidad, erotismo, ironía y poesía; son cuerpos que se doblan, son cuerpos de lo impensado. El efecto de extrañamiento que producen el fragmento y su repetición generan un efecto subyugante que transporta al espectador a la poética del vacío y de la ausencia; de un vacío que se llena de sentido a cada instante. Parafraseando a Didi-Huberman, esto es, “Implicar el vacío como proceso, es decir como vaciamiento, para inquietar el [teatro]: esta operación, una vez más, es de naturaleza dialéctica. Conjuga y dinamiza contradicciones, asume un valor esencialmente critico –en todos los sentidos de la palabra incluido el de crisis- (…) no se reduce ni a un olvido puramente negador, nihilista o cínico (…).” El paisaje sonoro acompaña esta idea de repetición en donde cada estrofa sonora se repite y nos repite hasta el infinito, posibilitando la idea de una constelación de sentidos. Todo en CODA es inagotable, es incansable, es desmesurado, es vértigo. CODA es acción y reacción constante, cada pregunta que se hace y nos hace se contesta sin mediar tiempo y sin mediar perdón; CODA piensa y nos piensa; CODA es síntoma de aquello que fue expulsado del ser, y lo deglute y regurgita; es el escombro y el resto que se transforman en poesía; el escombro y el resto son y serán huellas de lo que fuimos y de lo que somos.
El trabajo de Constanza Mosetti, Ayelén Días Correia y Carolina Donnantuoni emociona y seduce; la capacidad interpretativa de ambas actrices demuestra madurez y eficacia para llevar a cabo la proeza de CODA que, en términos de Giulio Argan, se encuentra entre lo heroico y lo sublime. El trabajo de estas tres mujeres pone de manifiesto que el deseo femenino ni se hunde ni es absorbido por la simbología masculina. CODA nos muestra y demuestra que el deseo y el sufrimiento por la pérdida no es fagocitado por un solo paradigma sexual, o como dice Jean Buadrillard: “Sin embargo, lo femenino está en otra parte, siempre ha estado en otra parte: ahí está el secreto de su fuerza. Así como se dice que una cosa dura porque su existencia es inadecuada a su esencia, hay que decir que lo femenino seduce porque nunca está donde se piensa.” CODA también es un relato irónico sobre la construcción machista de lo femenino, CODA descarta el artificio falocrático sobre la mujer y hace pie en el cuerpo femenino como portador del deseo obturando la Ley. CODA desafía, desacraliza, desmitifica y le quita el sentido místico-religioso al cuerpo femenino y lo libera de las ataduras históricas patriarcales al exponerlo a la mirada de los otros: la Ley se hunde.
Donnantuoni hace el camino de lo público/social a lo privado; de lo privado a lo íntimo y, finalmente, de lo íntimo a lo interior. Es así que, CODA se transforma en un laberinto de pensamientos y sentimientos que reflexionan y emocionan; la cercanía entre espectadores y actrices potencia lo espectado, CODA es esencia que hacer arder nuestro fuego sagrado.
Carolina Donnantuoni rompe las regla de lo sagrado y transforma a Canción Cantada CODA en un epilogo de lo que supuestamente es lo teatral; desmaterializa la idea de teatro como maquinaria torciendo así su destino hacia nuevas formas escénicas. Para Carolina Donnantuoni el teatro ya no es un exvoto (ofrenda hecha a una divinidad).

* Licenciado y Profesor en Artes Plásticas orientación Escenografía 
Prof Titular. Taller Básico Escenografía I-II – Facultad de Bellas Artes (UNLP)
Miembro integrante de diversos proyectos de investigación sobre teoría teatral e historia del teatro platense en el marco del Programa de Incentivos a Docentes Investigadores de la Secretaría de Políticas Universitarias perteneciente a la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación del Ministerio de Educación de la Nación.
Coordinador del Grupo de Estudios de Artes Escénicas del IHAAA -FBA
Miembro del Instituto de Historia del Arte Argentino y Americano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.
Miembro integrante del AINCRIT (Asociación Argentina de Investigación y Crítica Teatral)
Ha participado en diversos congresos – encuentros – jornadas nacionales e internacionales sobre Historia del Arte y Teatro.
También ha participado como actor y director teatral en varias producciones escénicas.

Reseña publicada en La Escena Está Servida: http://laescenaestaservida.com.ar/?p=2680

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